El diagnóstico en edades tempranas es mucho más complicado porque los síntomas pueden ser muy confusos
La prevalencia del Alzheimer se dobla cada 5 años a partir de los 65 años, en España hay unos 600.000 enfermos diagnosticados y se estima que hay un 30% de casos sin diagnosticar. Mucho se ha hablado sobre una enfermedad que es una avalancha apabullante y que provoca una gran sensibilización en la sociedad, pero que también puede afectar a personas jóvenes.
Son casos minoritarios, de los que se habla mucho menos, pero que están ahí, con el agravante de que el diagnóstico de la enfermedad, además de más complicado, suele ser más traumático, ya que hablamos de personas de menos de 65 años, que lo habitual es que se encuentren en plena actividad profesional y social y que tengan familiares a su cargo.
En España se calcula que hay unos 14.000 casos de demencia presenil (antes de los 65 años) y, de éstos, la causa mayoritaria es el Alzheimer, según los datos que maneja la Sociedad Española de Neurología. Además, se estima que el porcentaje de casos no diagnosticados puede ser mucho mayor que si hablamos del Alzheimer en general, ya que llegar a un diagnóstico seguro y certero suele llevar más tiempo, ya que “hablamos de edades en las que la enfermedad no se espera y la sintomatología puede llegar a ser confusa, asociándose en gran medida con problemas psiquiátricos, como pueda ser una depresión”, según destaca el doctor Juan Fortea, secretario del grupo de estudio de Conductas y Demencia de la Sociedad Española de Neurología.
Aunque el cuadro epidemiológico sobre el Alzheimer presenil es todavía muy pobre por su menor incidencia, algunos estudios apuntan a que entre el 6-7% de los casos de Alzheimer son precoces, en cualquier caso por debajo del 10%.
El Alzheimer puede llegar a darse en personas de incluso 30 años, si bien son casos totalmente excepcionales y suelen ser genéticamente determinados. A nivel general, el 1% de los casos de Alzheimer vienen determinados por la genética y, de éstos, prácticamente la totalidad corresponderían a casos de Alzheimer temprano o presenil, según añade el doctor Fortea que, sin embargo, insiste en que son casos muy excepcionales y en que existe una mayor prevalencia a medida que la persona se va acercando a los 65 años, aunque efectivamente la enfermedad pueda aparecer a los 30, los 40 o los 50 años y presentar mutaciones agresivas.
La complicación de llegar a un diagnóstico seguro
La sintomatología asociada al Alzheimer en edades tempranas puede llegar a ser muy confusa, lo que dificulta notablemente el diagnóstico, porque sus formas de presentación pueden variar mucho
en relación con el Alzheimer senil.
“Los enfermos preseniles suelen haber realizado previamente un largo periplo por distintos especialistas y, aunque traumático, el diagnóstico suele suponer un alivio por, al menos, haber dado con la causa después de tanto tiempo”, apunta el doctor Fortea.
Entre estos síntomas pueden darse alteraciones conductuales, de lenguaje, visuales y trastornos práxicos. También fallos de memoria, aunque no necesariamente es el primer síntoma de una Alzhéimer temprano. En cualquier caso, al tratarse de casos más atípicos, la sintomatología puede variar mucho de un enfermo a otro. “En ningún caso hay que ser alarmistas ni pensar que por tener un fallo de memoria o un despiste se puede sufrir Alzhéimer presenil”, destaca el especialista en Neurología.
Terapias tradicionales vs terapias más sofisticadas
No necesariamente los tratamientos más caros ni aparentemente más novedosos o revolucionarios ofrecen las mayores garantías. Para el doctor Fortea, la clave pasa por mantenerse activo física,
social y mentalmente en la medida en que lo permitan las circunstancias en cada caso y durante el máximo tiempo que sea posible, teniendo en cuenta que una persona con Alzhéimer temprano
convivirá más tiempo con la enfermedad.
Dentro de las terapias (no farmacológicas) para promover la rehabilitación cognitiva, y pese a la irrupción de novedosas terapias de carácter tecnológico, los puzzles, rompecabezas o pasatiempos siguen jugando un papel protagonista, como así lo confirma Carlos Perea, gerente de Cuiddo.es, una empresa especializada en material para mejorar la calidad de vida de enfermos de Alzhéimer, dependientes y mayores.
“Especialmente en las fases más tempranas de la enfermedad, lo que se busca con este tipo de terapias es básicamente favorecer la concentración y la atención y estimular la memoria y, en este sentido, los puzzles suelen ser la opción más recomendada, siempre bajo supervisión”, destaca Carlos Perea, que añade que en cualquier caso, “lo ideal es que el enfermo trabaje al mismo tiempo la actividad física y social, no solo la rehabilitación cognitiva, y que a la hora de apostar por alguna actividad ocupacional se opte por aquello que le pueda gustar más. Es decir, si a una persona no le han gustado nunca los pasatiempos, puede ser un error forzarle y será mejor que realice algo por lo que tenga una mayor afición, por ejemplo los puzzles”.
En cualquier caso, según destaca el doctor Fortea, lo más recomendable es que la persona que sufra Alzhéimer presenil pueda seguir desarrollando durante el máximo tiempo posible las mismas actividades que venía realizando, aunque con las limitaciones de la enfermedad.
Fuente: www.diarioinformacion.com
Tengo constancia por mis años de profesión que el Alzheimer a edades tempranas existe, incluso a los 30 años, porque he visto algún caso y me ha impactado especialmente, porque no se tomas medidas adecuadas de tratamiento.
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