NUESTROS JOVENES Y SU TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN

Cuando nos convertimos en madres o padres nadie nos da un manual de “Cómo educar a nuestros hijos” pero la realidad y los estudios actuales nos ponen de manifiesto que estamos criando a pequeños con cada vez menos tolerancia al fracaso y con un déficit en la capacidad de toma de decisiones, creando así, una sociedad con jóvenes menos preparados y que presentan un mayor número de alteraciones emocionales.

 

No se trata de generalizar el que todos los jóvenes actuales tengan poca tolerancia a la frustración, ni tampoco podemos echarles todas las culpas a los estilos educativos paternos (que en muchas ocasiones solo siguen la sociedad que les ha tocado vivir, donde no se para ni un minuto para poder llegar a casa) Pero lo cierto es que vivimos en unos tiempos donde las recompensas son rápidas en el “aquí/ahora”, el mundo de consumismo en donde estamos inmersos (usar y tirar) y el avance de las nuevas tecnologías y formas de comunicarnos virtuales hacen que las necesidades de la sociedad actual se basen en la rapidez e inmediatez.

 

Un modelo educativo y social basado en este dogma puede ser un factor indudablemente influyente en el (poco) desarrollo de la paciencia, autocontrol y, en definitiva, control de la frustración. Si a esta variable le sumamos el poco control o supervisión que debido al poco tiempo que pasamos en casa con nuestros pequeños (por múltiples motivos que requiere el ritmo de vida actual) para con los hábitos de interacción interpersonal y, sobre todo, en el sistema de recompensas que reciben, creamos pequeños con baja inteligencia emocional, que al final no es funcional ni útil para que se desenvuelvan en el día a día.

Unos pequeños consejos para aplicarlos en casa y que os pueden ayudar a aprender a gestionar las emociones y controlarlas en los más pequeños, y los no tanto:

  1.  Fomentar desde temprana edad el hablar de las emociones (no solo hablarlas, sino también identificarlas) ya que el día de mañana podrá hacerles entender mejor las emociones intensas como el enfado o la ira (emoción previa en muchos casos a la frustración)         
  2. Usar un sistema educativo congruente en el ámbito de castigos y refuerzos (El estilo educativo de unos padres que están enseñando normas familiares a sus hijos debe estar conducido en el mismo sentido ya que si no, creamos un sentido de impunidad de transgresión de normas y una fuerte ambivalencia que podrá condicionar a que reduzca su tolerancia ante el fracaso en algunas circunstancias)
  3.  Permitir que el menor exprese sus emociones libremente (cuándo son más pequeños las emociones están muy exacerbadas, pero tienen que aprender a sentirlas y gestionarlas)
  4.  Educar en el esfuerzo diario y disfrutar del proceso (caídas, bajadas…) con valores como respeto propio y el del prójimo.

                                                                                                                                                                        Marta Ruiz

                                                                                                                                                                        Neuropsicóloga

 

En nuestro programa “Aprende y emprende”, hemos diseñado una serie de dinámicas enfocadas a trabajar la gestión emocional, tolerancia a la frustración y resolución de conflictos, capacidades cognitivas…que pueden ayudar a tu hijo/a a poder desenvolverse mejor en el día a día y reforzar habilidades muy importantes para su correcto desarrollo en el mundo que nos encontramos.

 

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