Sin dudarlo, el ver como poco a poco un familiar se va "apagando" poco a poco, a la vez que el cuidador tiene que ir afrontando todas las demandas del cuidado y atendiendo todas las necesidades de su ser querido, se convierte en algo doloroso que a un cuidador le toca vivir en este contexto, lo que repercute sobre su salud física y psicológica (Brodaty et al., 2012).
Algunas de las consecuencias negativas para la salud y dificultades que los cuidadores pueden experimentar a lo largo del cuidado son:
- Un elevado nivel de estrés, ansiedad y sobrecarga, a causa de tener que atender a las necesidades y demandas del cuidado, las cuales de cada vez van siendo mayores.
- Síntomas de tristeza y depresión, al ver cómo la persona va perdiendo todas sus capacidades y a ella misma también, lo que hace que se conforme un proceso de duelo en el cuidador, que este va viviendo a lo largo de toda la enfermedad
- Sentimientos de culpa, por ejemplo, por no poder hacer más por la situación, porque el cuidador crea que no lo está haciendo bien o no está a la altura de las circunstancias, o incluso por pedir ayuda para el cuidado o en casos concretos, por tomar la decisión de ingresar a la persona en una residencia.
- Dificultad y sensación de bajo control para manejar los comportamientos problemáticos que pueden aparecer en la persona; tales como la agitación o la agresividad.
- Sentimientos de rabia e impotencia, por no poder revertir la situación y no poder /saber aceptar la enfermedad.
Éstos son algunos de los aspectos más difíciles y dolorosos que puede vivir un cuidador al atender de su familiar con deterioro cognitivo.
Así, esta tarea resulta ser sumamente compleja, suponiendo una situación de estrés crónico
y un impacto negativo para la salud, como se ha visto en los apartados anteriores.
Todo esto puede hacer que el cuidador se sienta completamente solo, perdido, sin poder saber por dónde continuar ni avanzar para atender a su familiar, lo que hace que pueda vivir finalmente una situación de desesperación ante la enfermedad y tienda a aislarse de todo su medio vital (Nguyen et al., 2021).
Por tanto, resulta fundamental poner el foco en la persona enferma, pero también en el propio cuidador dentro de estas enfermedades. Por ello, y aunque muchas veces resulta difícil pedir ayuda y dejarse acompañar, cuando a la vez se tiene que atender a una persona que, aparentemente, parece que lo necesita mucho más que el propio cuidador, sí es imprescindible poner el foco en esta última persona también, y lo que es más importante, que el cuidador pueda prestarse él mismo esa atención, viéndose a él y a sus necesidades.
Atender a lo que le pasa, a su dolor, su sufrimiento, sus dudas, sus preocupaciones y sus miedos, resulta una cuestión prioritaria para que, ya no solamente la persona enferma, sino también este cuidador, pueda mejorar su calidad de vida y pueda afrontar el cuidado de su ser querido, dentro de lo complicado que es, de la forma más adecuada posible para su bienestar.
Porque, unido a las dificultades que hemos comentado que supone cuidar a una persona con una enfermedad, el hecho de poder intervenir y acompañar emocionalmente a los cuidadores también puede ser una oportunidad para conocerse a sí mismos, entender su manera de afrontar los problemas y las dificultades que tienen, o el modo en que gestionan su malestar.
Así pueden llegar a comprender mejor, a ser benévolos consigo mismos, sin culparse ni juzgarse,
y a seguir cuidado de su familiar, pero cuidándose a ellos mismos también, como se merecen.
En todo este proceso del desarrollo de la enfermedad, las personas con el rol de cuidador necesitan tener a su lado gente que les comprenda y con los que puedan compartir inquitudes de diversa índole, es aquí donde cobran gran importancia los grupos terapéuticos o de apoyo a cuidadores, porque también puedes ir a un psicólogo particular, o desahogarte con un amigos, pero en los grupos terapéuticos te encuentras con personas con las que sientes que encajas, te comprenden y ayudan de verdad.
Referencias bibliográficas: post 1ª parte.
Isabel Bermejo (Psicóloga)
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